En
este martes 3 de junio, nuestros alumnos
del Collègue André Grasset se disponen a visitar a la embrujadora
Córdoba. Se abrió un día soleado, con el insistente canto de los gallos del
corral de la Posada "la niña Margarita", y el canto de los
pájaros del patio central, cubierto todo éste por el juego del ramaje de una
parra gigante y el fresco que ofrece el cobijo de sus hojas. En la casa se
respiraba durante el desayuno la atmósfera previa de ilusión por la visita a
una ciudad que les parecía en las fotos que consultaban previamente como salida
de alguno de los cuentos árabes de "las Mil y Una Noches".
Después de su habitual
desayuno, entre las típicas prisas sobre "!quién falta!", tomamos el
autobús y salimos de la posada a las 9.30 horas para llegar a Córdoba una hora
y media después. Una vez en Córdoba el día fue pasando del cálido mañanero, a
"la calor" y, por último, y hasta la hora de irnos, el bochorno fue
lo que más les costaba a nuestros alumnos soportar, por su falta de costumbre,
debido a vivir en una latitud tan al norte como la de Montreal, y de un clima
tan diferente del nuestro. Córdoba es una ciudad muy intensa, y a la vez se
convierte en una ciudad carismática, ya que ha logrado la integración entre
lo histórico y lo moderno; es una ciudad repleta de parques, y hay un buen
ambiente de propios y turistas en sus calles. También nos llama la atención los
números carriles-bici, ya que no puede verse este acierto de urbanístico en
otras capitales de provincia. La primera visita que hacen nuestros alumnos es a
la fabulosa, e histórica, Medina Azahara en la que se recrearon unas dos
horas, hasta las 13.30h. Recorriendo y disfrutando sus numerosas las numerosas
ruinas de esta antiquísima ciudad.
Una
vez fuera del recinto de Medina Azahara,
el autobús nos desplazó hasta la Zona del Casco Antiguo de la
ciudad, y sobre las 14 h los chicos almorzaron sus bocadillos y postres de
fruta, que llevaban preparados con el cariño de mami Silvia desde la Posada.
Más recuperados, y todavía digiriendo el almuerzo, continuaban con ganas de ir
descubriendo esta magnífica ciudad, y podríamos pensar que a alguno de ellos se
le pudo atragantar su bocata, recién zampado, ante la visión de la Catedral-Mezquita
de Córdoba. En principio la visita iba a ser guiada, aunque finalmente se
decidió hacerse libre, y dejar a la imaginación de nuestros chicos que volase
por sí misma. Durante esta visita pudieron recorrer durante una hora sus
maravilla mestiza, entre el arte árabe, místico y sagrado, y el arte cristiano.
Una
vez fuera, nos dispusimos a ver toda la Zona de la Judería, con sus
callejuelas y patios llenos de detalles florales, las ventanas enrejadas y toda
la blancura que contrastaba con el rojizo de las arcillas históricas, y que
salpica el recorrido por este barrio de embrujo. Las numerosas tiendas y
terrazas llenas de flores invitaban al paseo y a la conversación en sus
terracitas. Nuestros chicos se sonríen entre ellos, y finalmente nos paramos a
plantear un punto de encuentro, para que así, y cada cual con su propio mapa de
la ciudad, descubriese por sí mismo los espacios y el encanto de Córdoba.
Básicamente, se separaron entre dos grupos de intereses distintos para pasar el
resto de horas "a su aire", se
dividieron entre aquellos que se desplazaron hacia la parte moderna de ciudad,
y aquellos otros que buscaban el
perderse en la zona más histórica, y pasear sin más, y de disfrutar del
encanto y la magia que tan sólo una ciudad como Córdoba puede despertar en todo
aquel que se deje embrujar...
Raúl Víctor