Este día se
quedará grabado para siempre en la memoria simbólica de nuestros alumnos de Collègue
André grasset; nos referimos a su visita a una de las ganaderías de
toros bravos más auténtica de todo nuestro territorio. Lo que sucedió dejó
estupefactos, y alucinados a alumnos y monitores. Desde este mismo punto,
partimos en nuestro cuaderno de viaje, y damos nuestros más sinceros agradecimientos a Don
José Benítez Cubero y Doña Pilar Buendía. Empezamos entonces nuestro mínimo relato de lo que nuestros chicos
tuvieron el privilegio de ver y sentir desde muy cerca.
Nuestro
grupo, después de madrugar, realizaron con buen gusto sus clases de español, en
las que el profesor Jesús siguió la rutina de insistir en ampliar su nivel
conversacional, apoyándose en audiovisuales para la tarea. A las 10.30
se preparan para la excursión sin tener ni idea de la experiencia exclusiva que iban
a disfrutar.
El Amonite se
siente muy honrado de que fuese ésta la primera ocasión en la que esta ganadería
histórica abría sus puertas a un público externo. A las 12.30 nuestro grupo
llega al espacio donde van a ser los protagonistas principales desde ese mismo
momento. Ya dentro de las instalaciones la visita empieza en el “Cortijo
de los Ojuelos” (entre la puebla de Cazalla y Marchena). Los reciben
Don José y Doña Pilar; ellos son estupendos, abiertos y enseguida consiguen que
nuestros alumnos se sientan como en casa, ya que ellos mismos abren las puertas
de su cortijo, enseñándolo palmo a palmo. Los jóvenes pueden observar la
atmósfera mágica del “mundo del toro” que envuelve cada rincón, de esta
casa tradicional andaluza, y repleta de muebles, algunos tan especiales como los
regalados por la reina Isabel II al abuelo de Don José Benítez Cubero, así como
de fotografías de toreros, artistas de distintas épocas, recuerdos de las
cabezas de toros y así como de aperos de gran solera. El siguiente espacio que
visitan son los Patios y Jardines, repletos de la decoración más andaluza y
auténtica que pudiesen encontrar, y volvemos a insistir que esta
no una visita turística al uso, nunca se había hecho, por este motivo
cada maceta y cada parra estaba en su lugar por sí misma, con su propia vida, y
no colocada en la posición que el turista observa en sus intencionadas guías de
viaje, esto si que auténtica Andalucía.
Don José y
Doña Pilar se desviven en amabilidad y simpatía, éstos los llevan seguidamente
al Salón
de los Carruajes, un espacio anexo a la casa principal, en el que los
jóvenes observarán la colección de carruajes clásicos, de gran belleza, así
como de las distintas vestimentas decorativas de los caballos, con sus adornos
típicos, y los trenzados de cuero, que tan elegantemente llevan los corceles de
esta ganadería. Seguidamente visitaron el Museo Taurino, en el que estaban,
como homenaje póstumo y recuerdos de hazañas, colocados con todo el respeto de
aquellos que aman la tauromaquia, aquellos toros que habían sido indultados y
que, después de servir de sementales, por su pura raza y comportamiento en las
corridas, mueren de ancianos, felices y llenos de gloria. Del mismo modo,
también se encontraban allí toros tan emblemáticos como el que había toreado
Curro Romero durante el día que brindó su alternativa, o el único toro que en
la “Historia del Toreo” ha sido indultado dos veces, la segunda de éstas a
petición del público. En el siguiente punto, llegaron al considerado el picadero
de la ganadería, tan sólo les quedaba por ver algo tan extraordinario
como una simulación de la doma del mejor caballo semental de los que
allí había. Finalmente, y para culminar
dicha visita, aparecieron los Mayorales, aproximando y
guiando a los toros hasta bien cerca de los alumnos.
La impresión
de tener tan arrimados a estos espléndidos animales, y el escuchar en vivo el
rebufo de los toros bravos de la “Ganadería Benítez Cubero”, provocó en los
nuestros chicos todas una casada de sensaciones de inolvidables, ver de frente
y acercarse a estos animales, cerca… nada menos que el aliento, puro y
ardiente, es una de las experiencias más sensacionales, y de ello ninguno
tenemos de nosotros tendrá la menor duda.
Raúl Víctor