Era
muy temprano, las 8.30, cuando los chicos del Collègue André Grasset
llegaron a uno de los espacios con más magia de Andalucía; y podríamos añadir a
esta impresión que este espacio también se encuentra en una de las ciudades con
más encanto y sorprendentes de toda Europa, estaban en Granada y estaban en la Alhambra
nada menos. Tuvimos la suerte de un sol radiante, y de un día
espectacular en todos los sentidos y, aunque apretase el sol, las numerosas
sombras de los cipreses y la abundancia de flores, plantas y fuentes,
conseguían que paseo fuese agradable de conversación y de mucha tranquilidad.
La Alhambra bullía de turistas ávidos por descubrir los secretos de estos
centenarios palacios árabes.
El
primer espacio que visitaron nuestros alumnos del Collègue André Grasset
fue el Palacio de Carlos V, empapándose de la majestuosidad que
imprimían a sus palacios aquel rey que no veía ponerse el sol en su reino. Ya
empezaba a haber muchísimo ambiente en las distintas zonas de la Alhambra,
dejándose también ellos llevar hacia las balconadas para contemplar, riendo y
comentando sus cosas, y aprovechando
para disfrutar sus bocadillos, refrescos
y helados, contemplando la maravilla del paisaje, observando que desde la
altura de los muros iban ellos fabricando su propia idea de Granada. La
hora de entrada a los Palacios Nazaríes era la 13.30, por lo que dispusieron de
bastante tiempo para subir a las majestuosas Torres de la Alzaba,
donde no pararon de hacer fotos desde la altura de la privilegiada mirada que
ofrecen sus almenas. Y llegó entonces la
hora tan esperada para recorrer los Palacios Nazaríes.
El
asombro, como os podéis imaginar, no les dejaba tiempo a asimilar tanta belleza
en las geometrías y lecturas que las paredes y techos de estos palacios les
producían. En ocasiones te ibas topando con uno de ellos fotografiando el
detalle de una letra del Corán, como en otras a otro alumno vislumbrando con su
imaginación cómo podría ser la vida entre aquellos muros que tienen una
historia desde el siglo IX. El recorrido culmina, después de atravesar las
distintas estancias y salas, en el Patio de los Leones, dónde el grupo
se fotografió al completo. Ya pasado el embrujo, al que nadie puede sustraerse
ante la visión de este lugar, el grupo se dirigió a la salida de la Alambra
atravesando los jardines repletos de rosas, nenúfares y demás flores,
colindantes a la torre de Comares, dispuestos a descubrir también la
magia ciudad de Granada. Ya tenían sus planos del Albaycín, y del
centro histórico de la Catedral,
donde comer churros con chocolate y, por supuesto, la calle Elvira, donde
el grupo disfrutó de la cerveza Alhambra especial, acompañadas de diversas
tapas y en un ambiente musical, que los incito al baile, las risas y cachondeo.
Ya con el “punto” pillado nos dirigimos al Punto de Encuentro, que sería fuente
de Plaza
Nueva, donde se les indico, a libre decisión, las distintas posibilidades que tan sólo una
ciudad como Granada nos puede ofrecer (la monumental, la universitaria y
festiva o la puramente urbana). La anécdota en este punto es que tras el grupo
total dividirse en unos cinco grupos con distintos intereses, el paseo se
convirtió en una Gynkana improvisada, por un desajuste del horario de vuelta.
En
realidad todos se buscaban a todos y cuando se encontraban saltaban de alegría
y fue divertidísimo… ésto os digo yo que tan sólo puede pasar en Granada… la
mágica Granada…
Raúl Víctor